El Hospital Universitario del Sureste es uno de los 11 hospitales inaugurados en el periodo 2008-2011 en la Comunidad de Madrid por el gobierno de Esperanza Aguirre, cuenta con 132 camas y atiende a unas 185000 personas de la región. A pesar de las aperturas de estos hospitales, la Sanidad madrileña ha sufrido un importante deterioro en cuanto a dotación material y de recursos humanos en los últimos 10 años: el número de camas disponibles en la Sanidad Pública ha descendido (de 15459 camas en 2011 a 14334 en 2018), el número personas en lista de espera quirúrgica pasó de 27.672 en junio de 2005 a 84.000 en septiembre de 2016,  se han perdido unos 3.300 profesionales, a pesar de que la población con derecho a la asistencia sanitaria pública de la Comunidad de Madrid ha crecido en casi 500.000 personas en ese mismo periodo.. además de que las sucesivas privatizaciones de la Sanidad han aumentado los costes públicos de manera alarmante: El modelo FPI (colaboración público-privada), que es el del Hospital del Sureste, incrementa el coste entre 7 y 8 veces sobre el modelo de construcción y gestión pública de los hospitales madrileños.

Hablamos con Miguel, uno de los médicos que realizó el examen MIR 2019 el 25 de enero de 2020. Al declararse el Estado de Alarma, todos los plazos administrativos en cuanto a publicación de listas definitivas y actos de asignación de plazas MIR quedaron suspendidos, por lo que como muchas de sus compañeras se ofrecieron para reforzar en primera línea los servicios de salud en el pico de la curva de contagios. En su caso, fue llamado del Hospital Universitario del Sureste, ubicado en la región madrileña de Arganda del Rey, donde se había formado como estudiante durante la carrera.

Las primeras Miguel y sus compañeras fueron asignadas en hospitalización COVID, ya que el hospital dobló su capacidad de camas y dedicó su gran mayoría a pacientes contagiados por el virus; triplicó las camas de UCI convirtiendo Unidades de Reanimación Postquirúrgica en UCIs improvisadas e incorporó a las compañeras Anestesistas al servicio. Casi el 100% del resto de servicios del Hospital fueron suspendidos (consultas de especialidades, cirugías programadas, pruebas diagnósticas…).

Tras estas tres semanas, Miguel y otras compañeras PreMIR» del Hospital de Arganda y de otros hospitales madrileños fueron destinados a un hotel medicalizado en una zona céntrica de Madrid, donde ingresaban los pacientes que no podían hacer el aislamiento de 14 días post alta hospitalaria en casa (personas con muchos convivientes en el mismo domicilio, necesidad de un seguimiento médico más estrecho, pacientes que conviven con personas consideradas de riesgo, o personas sin hogar).

Tras varias semanas trabajando en el hotel, donde nosotras mismas organizamos los turnos, y donde en ocasiones tuvimos que gestionar situaciones complicadas sin casi ninguna experiencia profesional previa, se dieron de alta a los últimos pacientes y se nos ordenó unilateralmente coger 4 días de vacaciones mientras Dirección Médica organizaba nuestro próximo destino. En principio el mismo serán Residencias de Ancianos, Atención Primaria u otros centros sociosanitarios.

 

Si hay algo que caracteriza a las crisis sanitarias es la histeria y la desinformación. ¿Cómo se ha estado gestionando esto desde las instituciones sanitarias madrileñas a la hora de dar directrices y de establecer protocolos que protejan tanto a pacientes como al personal de los hospitales y centros de salud de la Comunidad?

Las primeras semanas fueron un caos en cuanto a directrices y protocolos. Cada semana cambiaban tanto en criterios diagnósticos como en uso de recursos. Y esto se ha dado tanto en los centros sanitarios como a nivel poblacional: yo mismo pasé la infección por COVID la semana del 9 de marzo y en el teléfono de Comunidad para la gestión de la misma me comunicaron que si no había tenido contacto con algún diagnosticado, era considerado un caso de gripe. Posteriormente, ya trabajando en el hospital, el estudio de inmunidad (la serología) confirmó que había pasado la infección por COVID.

Cabe a destacar que a las profesionales sanitarias infectadas se les redujo la baja de 14 días a 7 si la PCR (la prueba diagnóstica de infección activa) era negativa tras el inicio de los síntomas, para que pudieran incorporarse cuanto antes a su puesto de trabajo.

¿Cuál consideras que es la situación respecto a las condiciones de seguridad?

Por lo general, las profesionales de mi hospital hemos estado protegidas, aunque los recursos han tenido que ser racionados. Las mascarillas FPP2 ( y por supuesto las escasas FPP3) que son necesarias para atender pacientes enfermos eran reutilizadas hasta una semana todos los días por la misma persona, ya que escaseaban. Hemos tenido lotes de mascarillas que posteriormente se han descubierto que eran defectuosas y no protegían. Los EPI se repartían cada mañana con cuentagotas. Las compañeras de enfermería y auxiliares tenían uno para toda la jornada laboral, y lo reutilizaban quitándoselo y poniéndoselo de nuevo a pesar de estar contaminado.

Pero sin duda las más expuestas han sido las limpiadoras, a las que no se denominó «personal de riesgo». A diario las veía entrar en las habitaciones, con petos hechos de bolsas de plástico y con trajes sin el nivel de protección adecuados.

Con respecto a nosotras, si bien no nos faltó a la mayoría nunca un EPI (aunque también reutilizáramos las mascarillas), no nos dieron ninguna formación sobre cómo colocarnos el traje de manera segura, y mucho menos cómo quitárnoslo. Aprendimos «sobre la marcha», con los consejos de nuestras médicas adjuntas y con los panfletos informativos que se pegaban en los controles de enfermería.

Hablando de derechos laborales, ¿cómo ha repercutido la situación del COVID-19 en la carga de trabajo del personal sanitario? ¿Cómo lo está gestionando la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid?

Nuestras compañeras adjuntas, enfermería y auxiliares se han dejado la piel con turnos interminables, sin librar los festivos y trabajando fines de semana. Es decir, las compañeras fijas han estado más de un mes trabajando 7 días a la semana, sumándole las guardias. Todo ello en principio ha sido retribuido como festivo o será devuelto como vacaciones en el futuro.

En nuestro caso, bastó con cumplir el contrato de 37,5 horas semanales. Sin embargo, en el hotel medicalizado éramos muchas compañeras para un mismo puesto, por lo que había semanas en las que trabajamos menos horas. Esto contrasta con el colapso que ha existido en Atención Primaria, que ya estaba muy deteriorada antes de la crisis, y a la que podríamos haber reforzado si la gestión de recursos hubiera sido la óptima. No deja de ser irónico que el hospital de campaña de IFEMA, que Díaz Ayuso califica como un éxito, es un síntoma de que la Atención Primaria no pudo hacer su función de muro de contención por su infradotación crónica en personal y material.

¿Qué experiencias de organización entre las trabajadoras se han dado en tu centro de trabajo? ¿Crees que se dan las condiciones para que se pueda organizar a la plantilla en vuestro centro?

Nuestro caso es particular debido a que somos personal contratado de manera temporal para la crisis sanitaria, no vinculado al hospital previamente. Las delegadas de CCOO y resto de sindicatos pasaron a personal de refuerzo y se suspendieron temporalmente sus jornadas dedicadas a trabajo sindical, por lo que no pude contactar con ellas.  En el hotel medicalizado nosotras mismas tuvimos que organizar nuestros horarios y turnos, y pudimos gestionarlo de manera óptima. Desgraciadamente, y como es lo habitual en la mayoría de la juventud trabajadora, yo era la única persona sindicada y con cierto conocimiento en cuanto a legislación laboral (por ejemplo, nadie sabía lo que era un convenio colectivo, o la obligatoriedad de consensuar los días de vacaciones por ambas partes etc). No obstante, como comunista he intentado referenciarme en el centro de trabajo y canalizar las incertidumbres y dudas laborales de mis compañeras con los pocos recursos y conocimientos que teníamos en el día a día.

Por último, con respecto al comienzo de la Residencia, ¿qué información tenéis sobre la reanudación de los plazos? ¿Qué diferencias en cuanto a condiciones encuentras en tu situación laboral actual y en la que te encontrarás en unos meses?

Hemos ido pasando de una etapa de incertidumbre a otra. La publicación de los Resultados Definitivos ha estado congelada hasta el 11 de mayo, unos dos meses más tarde de lo previsto; y partíamos de una situación previa de confusión continua : desde el cambio de baremo académico para puntuar los méritos (que supuso que las compañeras repetidoras tuvieran que volver a presentar su expediente académico facilitado previo pago en sus universidades de origen), el escaso mes de antelación en el que supimos la fecha de examen, los plazos extraordinarios para subsanar errores, las miles de reclamaciones para subsanar los mismos por los cambios de baremos… y ahora mismo nos encontramos con una supuesta elección telemática de plazas que abre una gran incertidumbre en cuanto a garantías y libertad de elección, sin que hayan contado con la opinión y las propuestas de las opositoras.

En cuanto a nuestra situación laboral, firmamos un contrato de 3 meses prorrogables a tiempo completo, de 37,5 horas sin guardias. Nos tuvieron que contratar bajo el convenio colectivo único de «Personal administrativo de la Comunidad de Madrid» como «Titulado Superior – Médico», ya que en otras circunstancias sin especialidad no podríamos ejercer en el Sistema Nacional de Salud.

Nuestra retribución ha llegado a doblar el salario base neto de un residente de primer año en la Comunidad de Madrid, que roza el Salario Mínimo Interprofesional bruto (950); todo ello ha puesto de manifiesto la situación de precariedad e infradotación que las compañeras MIR sufren en su día a día y que nosotras mismas experimentaremos cuando nos incorporemos en septiembre. No olvidemos que muchos servicios de los hospitales públicos, especialmente las Urgencias, descansan sobre los hombros de las y los MIR que hacen las guardias «de puerta», muchas veces sin una tutorización adecuada y en situaciones que superan su experiencia y responsabilidad.

 

La crisis sanitaria ha puesto de relieve que el sistema en el que vivimos colapsa cuando los cuidados son la prioridad y se abandonan las lógicas de acumulación de capital, que nada tienen que ver con la realidad contingente que limita la vida material en la que nos desarrollamos. Ha tenido que ser un virus el que evidencie que un país sin sus trabajadoras se para, que lo colectivo prima sobre lo individual y que el capitalismo es incompatible con la vida misma.

 

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