Hoy, día 10 de mayo, hace ya 40 años del “Caso Almería”. 40 años sin saber toda la verdad, luz y detalles al respecto. Sabemos que hubo un juicio repleto de sombras, silencios, incongruencias y errores, pero lo que no se hizo fue Justicia (en mayúsculas).

Viene bien recordar que, por fatídicas circunstancias de la vida, el inicio y origen de esta tragedia empieza en Castilla La Mancha. Se inicia con un chivatazo falso y temerario. Y ahí empieza todo el calvario hasta su trágico final en la carretera de Gergal en Almería.

Un triple y vil asesinato cometido contra 3 inocentes jóvenes, trabajadores. Cometido con alevosía, nocturnidad, premeditación, arbitrariedad y ensañamiento criminal. A manos del máximo mando y 10 guardias civiles de la Comandancia de la Guardia Civil en Almería. Todos en activo, estando de servicio, con el uniforme puesto y utilizando para tal tropelía terrorista criminal y asesina, vehículos, armas, munición y dependencias del propio Instituto Armado. 

Estas circunstancias hacen que el triple asesinato sea aún más repulsivo y grave; pues no estamos hablando de un asesinato terrorista cometido por miembros de una banda armada ilegal, clandestina y desaprensiva. Estamos hablando de algo ocurrido en la España de 1981, con nuestra carta magna ya en vigor y en un estado autodenominado “democrático, estado de derechos y libertades”. En una monarquía parlamentaria, en periodo de paz.   

De los 11  implicados, solo 3 fueron juzgados, ninguno cumplió la pena ,y por si fuese poco, hasta se les premió “ por buena conducta…” a cargo de fondos reservados del Estado y el día del entierro del máximo responsable del triple asesinato, contó con la presencia de altos mandos uniformados y en activo… 

No es el único caso de asesinato, que este país, en el periodo post dictatorial, ha conocido y padecido a manos de miembros de los cuerpos de seguridad del Estado; basta ver ,por solo poner unos ejemplos, los casos de los asesinatos a Javier Verdejo, Manuel José Garcia Caparros o las victimas mortales de los sucesos de Vitoria. Por no abundar en todos los crímenes cometidos por el GAL y las cloacas.

El Caso Almería es sin la menor duda, una de las páginas más negras, vergonzosas, repugnantes y repulsivas, escritas con sangre, torturas, dolor, lágrimas, balas, fuego y muertes ( hasta con miembros y partes de los cuerpos desaparecidas) de la cacareada “transición  democrática, ejemplar, organizada, envidiable y sin una gota de sangre…” Palabras todas ellas muy altisonantes y pomposas, pero vacías de realidad.

Algunas Instituciones como el Parlamento de Cantabria ó el Parlamento Europeo, además de otras organizaciones y asociaciones de carácter privado, han realizado y realizan, actos y charlas en recuerdo, a las 3 victimas. A estas alturas, aún seguimos esperando que así lo hagan otras Instituciones como el Congreso o el Gobierno. Además de exigir luz, verdad, castigo y reparación sobre lo ocurrido. Y a la vez exigir que las tres victimas: Luis Cobo, Juan Mañas y Luis Montero, sean declaradas y reconocidas oficialmente como victimas del terrorismo y de la transición, a manos de miembros de un cuerpo de seguridad del Estado. 

De no ser reconocidas y declaradas como victimas del terrorismo, estamos ante una inaudita situación, donde hay victimas del terrorismo “de primera” y otras olvidadas. A la vez que sus familias y amigos sufren aun el dolor y la impotencia que llevan en el cuerpo desde hace 4 décadas.

Han pasado 40 años pero bajo ningún concepto se puede hablar de caso cerrado ni desde luego olvidado. Habrá quien diga ¿para que volver a abrir heridas después de 40 años? Con esto, lo mismo respecto a los miles de personas que a estas alturas siguen tiradas en cunetas y fosas comunes. Victimas del golpe militar fascista del 18 de julio de 1936 y la posterior guerra contra la población civil y sus legitimas Instituciones. Así como de la posterior dictadura. Precisamente de lo que trata es de herir y cicatrizar heridas que siguen sin curar ni cicatrizar, pero mediante la Verdad, la Justicia y la Reparación.

Carlos Bachiller Candela.    

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