Sé que llevas bastante tiempo trabajando en CLECE pero ¿cómo comenzaste?

Comencé en una empresa privada en Sevilla, tras realizar un curso de ayuda domiciliaria que impartía una trabajadora social. Fue ella quien nos llamó a mí y a otras compañeras para trabajar en una empresa en Sevilla Capital.

Antes, trabajaba limpiando casas y cuidando a personas dependientes, pero no me interesaba seguir así pues nunca tuve contrato. Me interesaba entrar en la empresa para poder cotizar, aunque al principio tampoco cotizaba en esa empresa.

Decidí hace ocho o nueve años venirme para CLECE. Respecto a la cotización, en CLECE ahora estamos cotizando, pero no todas las horas. Por ejemplo, yo de los ocho o nueve años que llevo en la empresa habré cotizado unos seis años.

¿Cómo se vive desde dentro el ser una auxiliar de ayuda domiciliaria?

En Alcalá de Guadaíra, antes de estar con CLECE; estuvimos con Eulen e Ineprodes, que esta última fue lo peor, era horroroso.

Yo veo a CLECE como a todas las subcontratas; eran empresas que se dedicaban a la construcción. Estas empresas, que eran de construcción, saben que nosotras, que el cuidado a las personas dependientes, son el futuro y no tienen realmente idea de en qué consiste nuestro trabajo.

Para ellas, para las subcontratas y para los cargos superiores, sólo somos números.

Y vosotras, las auxiliares, ¿Quiénes sois?

Cuando yo empecé, era de las más jóvenes y la mayoría eran mujeres mayores que habían sido amas de casa. A penas teníamos formación, yo por ejemplo solo tenía la ESO.

Ahora mismo, están entrando mujeres muy jóvenes y formadas, con carreras como trabajo social, enfermería, auxiliares de clínica o que están estudiando oposiciones. Sé incluso de compañeras que vienen de otros países donde eran profesoras y al venir aquí han acabado en esta empresa.

Por lo que veo, sois principalmente mujeres, ¿no es así?

En Alcalá, sólo somos mujeres. El otro día en una protesta que hicimos en Sevilla vi a un hombre por primera vez; pensé que sería alguien de CCOO, pero ¡qué va!, era un compañero.

Yo creo que en este trabajo vendría bien un hombre porque nos ayudaría en servicios donde tenemos que hacer mucha fuerza o donde hay quienes se nos insinúan o nos tocan.

En las residencias si hay hombres, pero porque para ser técnico de ambulancia deben primero aprender algunas técnicas para movilizar.

Yo creo que, con lo que ganamos, los hombres no quieren este trabajo. Tienen más posibilidades de irse a puestos donde van a ganar más que las mujeres.

Para ellas, para las subcontratas y para los cargos superiores, sólo somos números.

Con esto que me cuentas, de las casas donde os sentís incómodas porque se os insinúan sexualmente o incluso os llegan a tocar ¿Cómo actuáis?¿Qué hace la empresa?

Hay casos donde se han puesto incidencias y han seguido mandando a las mismas compañeras… Se comprometen a solucionarlo pero luego nunca hacen nada.

El otro día, por ejemplo, una compañera se ha tenido que negar en firme a ir una casa, pues no se ha visto respaldada por la empresa.

Hubo un momento en el que decidisteis que era necesario tener representación sindical a través del Comité de Empresa (CE)

Antes de entrar nosotras estaba UGT, llevaba muchos años. La compañera M. era de CCOO y se había llevado muchísimos años luchando, viéndose muy sola ante la empresa con UGT. UGT nunca hizo nada por nosotras, incluso llegaban a acuerdos sin contar con nosotras ni con “M.”

Por ejemplo, cuando entró Ineprodes, María Fernández (IU-AA) nos ayudó muchísimo, y nos echamos a la calle. UGT nos dejó solas, incluso  llegaban a darle información de lo que hablábamos entre las compañeras a la empresa.

Ahí las compañeras vimos que esta representación no.

¿Qué hizo que te decidieras de entrar a luchar en un sindicato y formando parte del Comité de Empresa?

Pues las compañeras me dijeron que entrara en las listas; para mí fue como simplemente poner un nombre, no era consciente de que realmente pudiera entrar en el CE. Pero salí.

Lo que realmente me hizo que me decidiera por luchar fue lo que le ocurrió a la compañera “Mi”. Esta compañera, en un servicios, tras avisar en muchas ocasiones a la empresa de que necesitaba ayuda levantando a una persona inmovilizada, se le reventaron las vértebras… Esto me caló.

Esto me ha calado mucho…. A raíz de las operaciones, le han salido otra enfermedad y ha perdido además la movilidad de los dedos. Conformen la operen puede ir perdiendo otras zonas.

Antes de estar concienciada de los problemas que teníais y de entrar a pelear sindicalmente ¿Qué opinabas de la gente que peleaba?

Yo iba a trabajar y a mi casa; del trabajo a casa y de casa al trabajo. Aun así apoyaba a “M:” porque veía cómo le cansaba el estar luchando sola. Y ella me apoyaba a mí.

¿Qué le dirías a esas personas que no se movilizan?

Que luchen. Yo intenté pasar, hacía lo mismo que estas personas: trabajar, trabajar, trabajar y trabajar.

Les diría que la empresa querrá adornar con palabras como “eres estupenda” para que sigas trabajando y te amenazaran cuando te niegues, pero no vale la pena estar así.

A día de hoy ¿podrías decir que has perdido el miedo?

¡Sí! Lo he perdido a la fuerza. Estoy señalada por todos, pero ya no tengo miedo. Las compañeras, por miedo a que las señalen, delante de otras personas te dan de lado- a veces me he sentido sola-, pero siempre te llaman luego porque necesitan tu ayuda.

Sin embargo, prefiero estar como estoy ahora, sin el miedo. Te das cuenta de cuál es la verdad de todo: si pierdo el trabajo, mientras no me falten mis manos y mis piernas, puedo buscarme la vida. Ya he perdido el miedo.

¿Cómo influyó el miedo en la Huelga Feminista del 8M?

De la empresa, de Alcalá de Guadaíra, hemos ido dos (sin contar con las compañeras de Sevilla Capital). Yo y una que también ha perdido el miedo tras ver cómo casi pierde el ojo del estrés. Hicimos la huelga 24 horas.

Cuando informamos a la empresa nos pusieron trabas, pero les dije “la huelga es un derecho, y vamos a la huelga”. Después nunca tuvimos represión.

¡No es para tanto!

¿Cuáles son las principales luchas económicas que estáis llevando?

Estamos ahora mismo con el tema de los pluses, que no pagan lo que deben: festivos, domingos.. Esto solo nos está pasando en Alcalá de Guadaíra.

De momento hemos podido conseguir que ya nadie tenga menos de 25 horas de jornada laboral semanal, sobretodo en las que llevan más tiempo. Las que están entrando nuevas les están haciendo contrato de 12 o 13 horas.

Intentamos de informarlas por WhatsApp y haciendo reuniones, pero a veces no responden… Tienen mucho miedo.

Además, antes desconocíamos cómo funcionaba el tema de los partes de incidencia. No teníamos ni idea, y hemos estado en servicios muy duros sin saber qué hacer.

Hemos logrado  que nos de la formación la empresa, que no nos estaba formando y entraban personas nuevas sin conocimientos. Yo incluso a veces en algunos casos me siento perdida y necesitábamos estos cursos. Las compañeras están disfrutando de los cursos del 2017, 2018 y 2019.

Y por fin estamos disfrutando de descansos. Antes, esto era impensable.

Te das cuenta de cuál es la verdad de todo: si pierdo el trabajo, mientras no me falten mis manos y mis piernas, puedo buscarme la vida. Ya he perdido el miedo.

Hay una gran pelea tuya y es el tema de vuestra salud laboral

Las auxiliares de ayuda a domicilio no tenemos ninguna enfermedad laboral reconocida.

Tenemos que cargar con mucho peso sin refuerzos y son movimientos muy repetidos y tenemos enfermedades musculares y en el esqueleto. Las Mutuas nos dicen que es por la edad, pero no se dan cuenta de que comenzamos a tener el deterioro poco a poco haciendo este trabajo.

La Mutua pasa de nosotras… no quieren ver que nuestro trabajo es duro.

La empresa nos dice que Alcalá es uno de los pueblos con mayor absentismo laboral. Yo les digo que si piensan que la gente falta por gusto: tenemos que darnos de baja por la seguridad social ya que la mutua nos ignora y eso repercute muchísimo en nuestro salario, ¡nos quitan una pasta!.

Con la mierda que cobramos, encima perder el dinero. No están faltando por gusto.

¿Y cómo lo estáis peleando?

Que se reconozcan nuestras enfermedades y los riesgos laborales de nuestra profesión.

Esto es más importante que el dinero, aunque a veces la gente no se de cuenta. Cada vez caemos antes en las enfermedades laborales, no sé cómo vamos a llegar a los sesenta y cinco años.

Además, nos afecta a nuestra vida personal. Las compañeras se están medicando para el estrés, la ansiedad y la depresión. A veces no puedes evitar no llevártelo a casa.

Muchas veces no puedes dormir…

Y dolores…. llegas a casa, te tumbas, y cuando se enfría el cuerpo, ya no puedes levantarte de los dolores. Cada vez cuesta más trabajo arrancar los lunes.

¿A qué se debe este estrés?

El poco tiempo para ir de un servicio a otro, sales a las 12:00 de un servicio y a las 12:00 tienes el siguiente en la otra punta de Alcalá. Crees que no vas a poder llegar a tiempo y empiezas a pensar qué te van a decir si se enteran que has llegado tarde.

Y entras en la casa, y son sus familias, sus vecinos/as. Es que te metes en sus vidas: eres psicóloga, mediadora, cuidadora, médica, enfermera, hacer de comer, planchar, hacer las tareas… En una hora, lo eres todo.

Es cierto que aun así hay familias que te tratan genial, que se preocupan por ti y te reconocen el trabajo. Cuando sales de una casa en la que te han tratado mal, esto es vida.

Otra lucha importante que hemos vivido de manera fuerte en Alcalá de Guadaíra fue la batalla por municipalizar este servicio

Aquí estuvo municipalizado y fue en 2008 cuando el Ayuntamiento lo privatizó. Estuvieron varias empresas: Clece, Eulen, Ineprodes, Clece.

No sé cómo dejaron entrar a Ineprodes cuando ya se conocía que tenían problemas de impagos a la plantilla en otros municipios; supongo que les saldría más barato.

No tiene sentido que se privatice. En Jerez de la Frontera se ha demostrado que salen incluso más barato que sea público. En un año que lleva público, se han ahorrado más de un millón de euros.

Los/as usuarios/as tendrían mejores servicios, pues hay hogares que necesitarían más asistencia, y a penas tienen horas. Además, tendrían a un personal muy formado y que entendiera realmente en qué consiste este servicio.

Hay personas abandonadas que llevan años esperando a que se les asignen alguien, y la empresa da favoritismo a ciertos usuarios.

Nosotras lo que pedimos es que se municipalice para que se ahorre dinero, se de un mejor servicio de calidad y mejore nuestro empleo.

Muchas personas jóvenes estamos hoy en día trabajando en el sector servicio con condiciones muy precarias. ¿Qué consejo nos darías?

Que no se dejen pisar sus derechos, que vayan a por todas. Es la única manera de conseguir las cosas.

Si existen este tipo de empresas que nos pisan con total libertad es porque no les respondemos, porque nos callamos.

Un comentario en «Entrevista a Mari Carmen, sindicalista en CLECE.»

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