Era conocido por ser trabajador y muy metódico. Cuando marchó a Madrid para hacer prácticas en el despacho de Atocha solo le faltaba una asignatura, Derecho Mercantil, para terminar la carrera. No es que se le atragantaran los estudios, sino que le tocó compaginarlos con el trabajo, en el Instituto de Ciencias de la Educación. Así se pagó la matrícula. Aquel trabajo, además, le había dado alguna que otra vez la cobertura necesaria para otras cuestiones no menos importantes, como ayudar a preparar los paquetes con los ejemplares de Mundo Obrero, órgano de expresión del Partido Comunista de España, que alguien depositaba, sin preguntas, en una cartera en el bar Estafeta, para luego repartirlos entre las distintas facultades de la Universidad de Salamanca. Lector compulsivo, devoraba cada libro, cada texto que caía en sus manos, en edición ‘bolsillo’ o fotocopiado. La mayoría no pasarían la tijera del censor.

En 1976, cuando contaba 27 años, tres meses antes de su muerte, Serafín Holgado se incorporó en prácticas al despacho laboralista de Atocha, con las veinte firmas que se necesitaba para entrar en el mismo, porque allí, como para entrar en el clandestino Partido Comunista de España, uno tenía que estar “apadrinado”. En esos años el PCE comenzó a promover despachos de abogados laboralistas para la defensa gratuita de la clase trabajadora.

Así se incorporó al despacho de Atocha, donde encontraría la muerte junto a los abogados Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco y el auxiliar del despacho Ángel Rodríguez Leal. En el atentado también resultaron gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Luis Ramos Pardo, Alejandro Ruiz Huertas y Dolores González Ruiz, la cual perdió el hijo que estaba esperando.

En la noche del 24 de enero de 1977 un comando fascista asaltó el despacho de abogados del Partido Comunista España y de Comisiones Obreras, situado en el número 55 de la madrileña calle de Atocha. Sería enterrado en la ciudad de Salamanca, donde 15.000 personas marcharían junto a su féretro, cubierto por una bandera del PCE, desde la Catedral vieja hasta el cementerio. Una de las mayores manifestaciones que jamás ha vivido la ciudad y que recorrió en un absoluto silencio las calles salmantinas.

Cuarenta y dos años después de su muerte y sin haber faltado ni un solo enero, el PCE y Juventud Comunista han recordado al camarada Serafín Holgado, que hoy da nombre a uno de los colectivos de la UJCE en Salamanca, y cuyo ejemplo comunista reivindicamos más que nunca.

En un sencillo acto en la calle que lleva su nombre y ante la presencia de Alejandro Ruíz Huertas, único superviviente vivo de la matanza, la dirección política de la Juventud Comunista recalcó “el legado de los miles de camaradas que dieron su vida por el socialismo”. En el mismo sentido, el PCE reivindicó la necesidad de “continuar creando el poder popular que lleve a la clase trabajadora al poder”.

Y así, un año más terminaba el homenaje a uno de tantos militantes que nos marcan el camino en la lucha por contra la opresión y la injusticia. Camarada Serafín Holgado, no te olvidamos

¡Vivan los abogados de Atocha!

¡Viva el Partido Comunista!

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