Las redes de apoyo mutuo surgen en los barrios de muchas ciudades a lo largo del país con un objetivo común: el de ayudar a las vecinas más vulnerables y compartir recursos con el fin de hacer más llevadera la situación de alarma. En Zaragoza ya son 10 los barrios que cuentan con grupos vecinales destinados a los cuidados, las llamadas Redes de Apoyo.

Estas redes surgen, en la mayoría de los casos, apoyadas en el tejido social y asociativo previo de los barrios, movilizado para esta situación de alarma y fortalecido por la espontaneidad de muchos vecinos y vecinas que, al conocer de estos espacios, han querido participar aportando su tiempo, sus conocimientos e incluso sus recursos, tratando de hacer un poquito más fácil el confinamiento para aquellos que están en situación de riesgo, sobre todo las personas mayores.

Es ilusionante y sorprendente comprobar cómo, a través de las federaciones de barrios, de fundaciones sociales de los barrios, de asambleas feministas o estudiantiles, o simplemente desde el compromiso de un portal de vecinas, se está logrando impulsar estas iniciativas.

Empezando por el contacto más cercano, poco a poco, se han ido cubriendo demandas de todo tipo, como por ejemplo el cuidado de unas niñas pequeñas cuya madre no tenía otro remedio que dejarlas solas en casa, la colaboración con las residencias de ancianos para mejorar el entretenimiento de nuestras mayores, o facilitar la compra de alimentación y medicinas a personas que no pueden salir a la calle. A partir de ahí, están surgiendo iniciativas de todo tipo, para liberar y donar todo tipo de recursos: desde los grupos informáticos que habilitan redes wifi para que los jóvenes puedan acceder a materiales educativos y toda la población a contenidos de entretenimiento, hasta cuentacuentos telefónicos que amenizan las tardes de niños y mayores.

Es cierto que la difusión ha supuesto un gran reto, ya que los colectivos o personas más vulnerables, los que más ayuda pueden necesitar, son los que están más desconectados de redes sociales, que es donde las jóvenes solemos hacer la mayor parte del trabajo de difusión. Para salvar este problema, las vecinas se han implicado en la colocación de carteles en puntos estratégicos de los barrios y la campaña realizada ha empezado rápidamente a dar sus frutos.

Aunque cada barrio se está organizando de una manera, lo más útil para la práctica cotidiana y atender a las demandas de la manera más inmediata posible, es la creación de un grupo de WhatsApp o similar de las vecinas del barrio. En varios barrios de Zaragoza ya son más de 40 personas las que colaboran como voluntarias, vecinas dispuestas a arrimar el hombro cuando hace falta y tomando decisiones colectivas. Cuando llega una demanda, cada aportación y cada idea es bienvenida, y entre todas nos organizamos para darle respuesta.

Pero no solo se atiende a la población más «físicamente» vulnerable. Las redes de cuidados no solo están pensadas para responder a las demandas de aquellas que por su situación de salud no pueden salir de casa, si no a todas aquellas que, de una manera u otra, se han visto afectadas.

«También se están recibiendo demandas de mucha gente que ya vivía precarizada y no ha podido soportar un par de semanas sin ningún tipo de ingresos, gente que no puede atender a sus necesidades más básicas.» Cuenta Laura, una de las voluntarias de la red del barrio Las Fuentes de Zaragoza. Existen gran cantidad de situaciones de emergencia de este tipo por toda la ciudad. De especial gravedad es la situación de las personas inmigradas, sin papeles, que viven en la más absoluta incertidumbre y con miedo. Miedo de salir a la calle por una mayor presencia policial, pero también miedo e inquietud frente a un futuro completamente incierto.

Desde las Redes de Apoyo se insiste en que hay muchas formas de apoyo y colaboración y la idea de tejer una red es ir más allá de la dinámica de prestar ayuda a terceros.

La clave está en involucrarnos todas en el bienestar de nuestros vecinos y comprender que también la red nos ayudará a nosotras si estamos en situaciones de vulnerabilidad, porque juntas somos más fuertes.

La idea de la red parte del convencimiento de que todas aportamos y todas importamos en esta sociedad y particularmente en nuestros barrios.

En cierta manera, aunque no deje de ser un suceso histórico horrible, la crisis del coronavirus ha supuesto también una oportunidad para despertar el espíritu comunitario que estaba algo dormido en esta sociedad marcadamente individualista. Y por ello, no podemos olvidarnos ni de los éxitos ni mucho menos del gran potencial que supone el funcionamiento de estas Redes de Apoyo cuando el confinamiento acabe. La solidaridad obrera y vecinal y la autogestión de los recursos comunitarios para dar respuesta a las carencias del sistema es algo que debería trascender más allá de la crisis del coronavirus, sobre todo teniendo en cuenta que en el futuro probablemente nos enfrentaremos a una crisis económica de gran calado.

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