El alargamiento de los veranos, el encadenamiento de noches tropicales que no permiten el descanso y la sensación generalizada de que antes llovía más han encendido las alarmas de la opinión pública. Evidentemente, éstas son las consecuencias más directas y sentidas del cambio climático sobre la Península Ibérica, y el capital se ha vestido de verde casi al mismo ritmo. Las empresas más contaminantes se engalanan de verde, como la energética Iberdrola, mientras que se crea el flamante Ministerio de Transición Ecológica con funciones más cosméticas que ejecutivas. El capitalismo verde ha llegado: el lampedusiano “que todo cambie para que nada cambie”.

Sin embargo, la contradicción capital-medio es bastante más profunda y abarca tanto la práctica totalidad de los procesos productivos a nivel social, como las actividades de la vida diaria a nivel más micro. La crisis ecológica es también el movimiento por la subida del precio del diésel, relacionado con el agotamiento del petróleo y la transición energética. Es también el flujo de migraciones hacia Europa desde África por las intensas sequías y las guerras de rapiña provocadas por el encarnizamiento en torno a unos recursos cada vez más escasos y codiciados. Es también el derretimiento de los hielos de Groenlandia y el vertido de una ingente cantidad de agua dulce en el Atlántico Norte, con las imprevisibles consecuencias que esto pueda tener sobre las corrientes oceánicas que calientan el hemisferio norte.

La crisis ecológica no es que tengamos más días de sol y menos lluvias, que también, sino que se trata de una importante reconfiguración de los recursos materiales disponibles en cada zona y de los cambios de uso del suelo asociados al cambio climático y al colapso de los ecosistemas y su biodiversidad. Frente a esto, soluciones de marketing verde poco tienen que hacer.

Se trata de cambiar un sistema productivo basado en el crecimiento ilimitado dentro de un planeta con límites físicos.

Por lo tanto, tenemos nuevamente el viejo debate entre “reforma o revolución” pero, en esta ocasión, en torno al ecologismo. Es, en esta temprana fase, en la que se han comenzado a desarrollar movilizaciones ecologistas juveniles bajo marcas como la de los “Fridays For Future”. Su discurso se enmarca en las tesis del capitalismo verde, promoviendo un activismo mayormente basado en acciones individuales para cambiar una dinámica de esquilmación del medio que obedece a una inercia estructural. No obstante, en estas asambleas encontramos a muchas jóvenes, generalmente estudiantes, sensibles a problemáticas como el cambio climático y dispuestas a salir a la calle exigiendo el fin de la barbarie medioambiental.

En este escenario, las comunistas debemos estar preparadas para no perder una oportunidad histórica y saber alejar de este nicho de movilización la ideología burguesa, trasladando nuestros análisis sobre un sistema económico que entra en una contradicción antagónica con la preservación del medio.

 

3 comentarios en «El ecologismo, fenómeno de moda»

  1. Discrepo en la referencia a este párrafo
    «Es, en esta temprana fase, en la que se han comenzado a desarrollar movilizaciones ecologistas juveniles bajo marcas como la de los “Fridays For Future”. Su discurso se enmarca en las tesis del capitalismo verde, promoviendo un activismo mayormente basado en acciones individuales para cambiar una dinámica de esquilmación del medio que obedece a una inercia estructural.»

    Ya que dentro de FFF a pesar de haber una pluralidad ideologica (como en cualquier colectivo ecologista) hay un consenso de base en declararse abiertamente ANTICAPITALISTAS y no se concibe una transición ecológica sin justicia social. Por lo tanto es errada esa afirmación ya que a pesar de ver con buenos ojos las acciones individuales de la gente, se ha tenido una visión holística para señalar a los verdaderos culpables.

    Estos movimientos que se premian son conductas sostenibles individuales y aisladas, por lo tanto imagino que coincidiremos en que culpar al individuo la es una estrategia puramente liberal y que es erróneo culpar al consumidor de sus acciones, y culpabilizarlo de la crisis climática, ya que es un problema sistémico y de esa forma sólo se perpetúa la misma producción capitalista insostenible de la cual se parte.

  2. Una cumbre más absolutamente ineficaz. Sólo habrán decisiones efectivas tras la muerte de decenas de millones de personas afectadas por alguna catástrofe como consecuencia del cambio climático. Y en ese momento, también será imprescindible una revolución popular organizada para imponer por la fuerza las medidas necesarias.

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