Este 19 de julio hemos celebrado el 82 aniversario de la Olimpiada Popular de Barcelona.  Este evento, también conocido como los Juegos obreros, no llegó a llevarse a cabo por culpa del alzamiento fascista que tendría lugar el 18 de julio de 1936.

La Olimpiada Popular fue una propuesta del gobierno republicano del Frente Popular para boicotear los juegos de Berlín, a los cuales España no envió delegación. Del 19 al 26 de julio iba a tener lugar en Barcelona un evento deportivo masivo con 6000 deportistas procedentes de 23 países tan solo unas semanas antes de los Juegos de Berlín en los que participaron 4.066 deportistas de 49 países.

Hay que decir que a Alemania le concedieron la celebración de las Olimpiadas antes de la llegada de Hitler al poder, de hecho, la candidatura berlinesa venció en 1931 a la de Barcelona por 43 a 19 votos. En aquel momento se achacó el resultado a que el COI (Comité Olímpico Internacional), de naturaleza conservadora, no quería darle los Juegos a la recién instaurada República española. Sea como fuere las Olimpiadas de verano del 36 iban a ser utilizadas por el régimen nazi como altavoz para su propaganda y una forma de demostrar la supuesta supremacía de la raza aria.  Son estos juegos en los que el atleta negro Jesse Owens conseguirá cuatro medallas de oro, siendo el gran protagonista de los juegos y ensombreciendo la victoria en el medallero de la delegación alemana.

La Olimpiada Popular de Barcelona no tenía como objetivo exclusivo boicotear los Juegos Olímpicos de la Alemania nazi, si no que se debe enmarcar dentro de las Olimpiadas obreras que se organizaron durante el periodo de entreguerras

Una vez perdida la opción de los Juegos Olímpicos, se va a crear el Comité Catalán por el Deporte Popular impulsado por entidades de los barrios obreros de Barcelona. El objetivo era hacer que el deporte estuviera al acceso de todo el mundo, no únicamente de las clases acomodadas como pasaba hasta el momento.

Del manifiesto de la Olimpiada Popular podemos leer lo siguiente:La Olimpiada instaurada hace miles de años y renacida en nuestra época, que siempre había mantenido su carácter de Símbolo de la Fraternidad de los pueblos y de las razas, ahora pierde por siempre jamás este carácter. Los Juegos Olímpicos que se preparan en Berlín, son indiscutiblemente una falsificación vergonzosa, una burla del pensamiento Olímpico. En un país donde millones de deportistas están privados de continuar su actividad social, donde miles de los mejores deportistas son encarcelados, donde la mayoría del pueblo trabajador está bajo la amenaza de la persecución por sus convicciones o por su religión, donde se declara fuera de la ley a toda una raza, ¡este país no es el lugar para acoger los verdaderos Juegos Olímpicos!”.

Pero la Olimpiada Popular de Barcelona no tenía como objetivo exclusivo boicotear los Juegos Olímpicos de la Alemania nazi, si no que se debe enmarcar dentro de las Olimpiadas obreras que se organizaron durante el periodo de entreguerras a través de organizaciones como la Internacional Deportiva Obrera Socialista o las Espartaquiadas, organizadas por la Sportintern (órgano deportivo de la Internacional Comunista). Estos eventos, organizados por los trabajadores, tenían como intención promover el deporte y la amistad, y su espíritu se resume en estos cinco puntos:

1.- No se buscaba la competición en forma extrema, sino el espíritu de superación.

2.- El culto a los/as deportistas per se era perjudicial y se evitaba.

3.- Fuerte rechazo de la comercialización del deporte y promoción del amateurismo de los/as deportistas.

4.- El deporte debe servir a la masa, lo que significa que todas las personas deben tener la posibilidad de hacer deporte.

5.- Por medio del deporte y de los consiguientes contactos internacionales alcanzar la paz mundial.

Volviendo a la Olimpiada Popular de Barcelona, esta se pudo financiar gracias a la aportación de fondos públicos por parte del Gobierno francés (600.000 francos), Gobierno español (400.000 pesetas) y Generalitat (100.000 pesetas), destinados a sufragar las infraestructuras necesarias y poder albergar a los 25.000 visitantes que se preveían iban a asistir. En total estaban previstas competiciones en 20 deportes: atletismo, fútbol, rugby, tenis, baloncesto, natación, balonmano, ciclismo, ping-pong, boxeo, lucha libre, pelota vasca, tiro, remo, bolos, béisbol, ajedrez, gimnasia, aviación sin motor y hockey sobre patines.

Otra cuestión a destacar es que además de la delegación española también contaban con su propia delegación Catalunya, Euskadi y Galicia. También participaron países como Argelia que todavía no habían conseguido la independencia, así como exiliados de Italia y Alemania y organizaciones judías, que en esos momentos sufrían una gran persecución. Asimismo, y a diferencia de los Juegos Olímpicos, se hizo especial hincapié en la participación de las mujeres.

Más de 200 atletas se quedaron a luchar en lo que luego serían las Brigadas Internacionales.

Pero el golpe de estado del 18 de julio truncaría el inicio de estos Juegos. Un atleta belga reflejó sus vivencias de este modo: “Las calles están vacías bajo un sol abrasador (…) en la Plaza del Comercio chocamos con las primeras barricadas (…) cientos de metros más lejos vemos a unos sindicalistas armados (…) las barricadas aparecen cada 100 metros. Todas las calles laterales están bloqueadas (…) nos deslizamos a lo largo de las fachadas de las casas. Las balas silban a través de la plaza. Instintivamente doblamos la espalda y nos refugiamos en un portal (…) Vemos claramente cómo desde el campanario de una iglesia los francotiradores disparan por la espalda a los trabajadores que se encuentran tras las barricadas.

Más de 200 atletas se quedaron a luchar en lo que luego serían las Brigadas Internacionales. Al año siguiente, se organizaron otras Olimpiadas Obreras en Amberes y la delegación española acudiría bajo el lema “¡No pasarán!”.

Frente a la exaltación del nacionalismo, de la competitividad, y del deporte como negocio debemos recuperar el espíritu de la Olimpiada Popular de Barcelona y del conjunto de Olimpiadas obreras, luchando en los barrios por un deporte por y para la clase trabajadora.

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